jueves, 25 de noviembre de 2010

Antes las adversidades y los tropezones la única opción era crecerse después de un tiempecillo prudencial. Poner la espalda bien derecha (todo lo que la mía me permite) levantar la cabeza y. . . ¡arriba arriba!
Y ahora me encuentro que soy un ovillo con nudos y más nudos que no sé cómo deshacer. Me atosigan y agobian, no me dejan respirar tranquila, comer ni dormir. Hacen que las sonrisas me pesen, que mi risa sea falsa y que todo lo que digo suene a pobre.

Un puto ovillo que se ha quedado en un rincón esperando a que venga alguien y le diga por dónde empezar para ir tirando de la lana poco a poco. Y que es raro, porque cuanta más lana y más nudos hay, más pequeño se hace el ovillo y menos fuerzas tiene...

lunes, 22 de noviembre de 2010

Gracias Gacela

Cuando no estás...

Cuando no estás, ya sabes, siempre es una ardua tarea la de rellenar el tiempo. Y la de no saltarme las comidas. Y la de seguir socializando en vez de hacerme una bolita bajo el edredón.

Cuando no estás, ya lo sabes, ya lo sabéis también vosotros, me hago (un poco más) chiquita, y arrastro un poco los pasos, las sonrisas, y aunque intento mantenerme a flote entre libros, y aunque intento responder a la gente que sigo teniendo cerca y que me cuida, y aunque intento cuidarme yo también, hay noches que me pillan desprevenida, o fines de semana que me arrastran, o semanas enteras que me aplastan bajo su peso.

Y no es que tú seas un súperheroe que lo aleje todo siempre; sabes que muchas veces, incluso cuando estás a mi lado, las lágrimas me pueden, o la cabeza se me rebela, o el trabajo se me hace una montanya por la que apenas puedo trepar. Pero cuando además estás lejos... mis piernas renquean y tropiezo con todo, incluso -sobre todo- conmigo misma: pies trabados y caída segura.

Cuando no estás el mundo es un lugar más frío, más hostil, más lejano. Apenas hace una semana que estás fuera y ya estoy cansada de pelearme las manyanas.

Pero, como siempre, no hay más opción que intentar mantener la cabeza rebelde en su sitio y los pensamientos danyinos fuera de casa, aunque haya que echar el cerrojo y darle siete vueltas a la llave para que no se cuelen dentro. Porque aunque a veces, siempre demasiadas, no parezcamos tener más fuerzas, suele quedar un rinconcito dentro donde sorprendentemente quedan más. Las suficientes para avanzar otro paso.

Sólo tengo que buscar las fuerzas. Y sé que las guardé en algún sitio, por aquí o allá... tienen que estar en alguna parte. Dentro, seguramente.

viernes, 19 de noviembre de 2010


Me gusta el invierno, es una época del año con dos caras; una tierna, entrañable y otra dura y cruda. Fría… Me gusta sentir el tacto de las mangas acariciando mi piel. Esas tardes frías en las que las calles y plazas sonríen al frío al decir adiós al último rayito de sol.

Despertarte sin la necesidad del despertador con el ruido de las gotas toqueteando en la ventana, o el soplido del viento (aunque este segundo no me gusta tanto), remolonear en la cama sabiendo que hoy no te toca levantarte... Ésa es la parte bonita. Sentarte un domingo delante de la chimenea y pestañear cada vez que salta una chispa, el olor a tierra mojada, las duchas de agua hirviendo... Ésta es la parte bonita del invierno, la entrañable que os decía...

Todo eso es muy bonito para el que tenga calentador en condiciones, no una cosa extraña que se supone que es un termo, pero que se apaga justo en el momento en el que estás hasta arriba de jabón. O una calefacción de esas que en cuestión de media horita tienes la casa caliente. Oh no, para qué? Es mucho mejor una bomba de calor "mini" para 300 m2 habitados.

Para mí, el invierno viviendo en la versión original de "Esta casa es una ruina" es una auténtica pesadilla.


Suerte para los frioleros.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Qué gran día

F u T u R o

El futuro, el futuro, el futuro… El puñetero futuro. Me tiene harta. ¿Qué es el futuro? Lo que pasará luego?, dentro de un minuto, de dos?, lo que pasará mañana o dentro de unos años? Siempre me ha preocupado, esa incertidumbre del no saber qué pasará… Me trae de cabeza. Lo que haré, lo que seré… o lo que no seré. Tanto que me impide disfrutar del presente más inmediato. De lo que tengo ahora delante de mis narices. Estoy, lo vivo y lo siento, pero es como… si vale, ¿Pero mañana?, y así no se va a ningún lado.

Aturullada Confundida Enfadada Triste

Perdida Liada Dolorida Sorprendida Cansada.

Agobiada Desganada . . . Ahora mismo no se me ocurre ninguno más. Pero iré

sumando, sí.